Coplas a la muerte del "Pullín" del Regueiro
Autora: Consuelo Alonso (Escritas en la década de los cincuenta del siglo pasado)
¡
¡Arriba el pollín de Pedro,
Atención la España entera¡
Que hubo un extraordinario:
Murió el pullín del Regueiro
más arriba del Ribayo.
Urbana llora de pena
Lucía se desmayó,
Pedro echa mil juramentos
porque Dios se lo llevó.
María, como es de más calma,
decía muy apenada:
¡Ya se nos murió el jumento!
¿Que será de nuestra Urbana?
Josefa también solloza
en un rincón de la casa,
y dice de esta manera,
con voz muy desesperada:
¡Ya se nos murió el caballo,
y con todos sus galones,
con la cama del marino
y el collar de los ratones!.
Treinta años tenía de vida
y a los cuarenta llegaba
si no fuera tanto pienso
que comió en esta envernada
que no tenía en el vientre
más que granos de cebada.
Lo tenéis en La Campina,
allí está cuerpo presente,
¡Tiene una piel tan dura,
ni los lobos lo acometen!.
Mañana, por la mañana,
le hacen el funeral,
Pedro canta el Guri-Guri
y María el Carrascal.
Vino a comprarlo un gitano,
Urbana no lo quería dar,
porque Pedro le decía
que valía pa tratar.
Compañero de mi vida¡,
le decía Urbana afligida,
dormimos en el Cabildo,
la noche de la caída.
¿No te acuerdas compañero,
de aquel día tan malo
que dormimos en Tejedo
en el portal de José'l Cabo?.
Tiene las patas torcidas
de tanto como lo herraron
que enriqueció los herreros
que había camino de Grado.
Cuando fueron con los bracos
le dieron una corrida,
y lo subieron a rastro
por La Gamondia pa'rriba.
Como llevaba mucha hambre
no hacía más que roncar,
y Urbana le decía:
¡Un rayo te va a matar!.
Al sacarlo de la cuadra,
él dice de esta manera:
¡Adiós Urbana del alma,
que no vuelvo a entrar en ella!.
Al llegar ante Ca'Nolo,
por primera vez cayó,
a Urbana le dió un desmayo
cuando en el suelo lo vió.
Entre el Hórreo Pepa Milia
fué la segunda estación,
lo cogieron entre cuatro,
lo llevan al Vispeirón.
Ahora va el nieto Quiñones
para acabar de matarlo,
le pega un empujón
y lo tira al barranco.
Se puso a hacer testamento,
pero con mucho trabajo:
Herraduras no las tengo,
albarda traigo un pedazo,
alforjas no las conozco,
y de manta llevo un trapo.
No tengas pena Urbana,
también se murió la gocha,
la llevaste p'al Xuanico,
metida en una goxa.
El caballo en sus días de fuerza metía miedo,
que carretaba el convoy
por las tierras de Somiedo.
Fuiste a estar con los guardias
por causa de las coplas
y los guardias te dijeron:
Nada les puedes hacer,
y los guardias te dijeron:
Si lo cantan hacen bien.
Dispensarme los presentes,
de lo que no me acordaba.
Y también el testamento,
lo ha dejado en la cuadra.
Reunidos en la cocina,
allí lo presenta Urbana
y se lo entrega a Lucía
como mujer estudiada.
Y lo leen entre todos
por ver lo que les tocaba:
Las orejas pa Josefa,
la dentadura pa Urbana,
y las patas pa Lucía,
porque las de ella son zambas.
A Pedro y a María,
les deja desamparados,
porque en toda su vida
no le dieron ni un bocado.
FIN